Temas del escrito:
-Conceptos básicos dados al comienzo del curso (Estado, capital, clase social, etc.).
-Sociedad industrial: burguesía y proletariado. Sus características y sus formas de vida.
-Movimientos obreros: el sindicalismo.
La sociedad industrial:
La burguesía
El proletariado
La vida cotidiana de los obreros:
El trabajo
El alcoholismo
Trabajo infantil en las fábricas textiles
Trabajo infantil en las minas
Movimientos obreros y sindicalismo:
La formación de la clase obrera
El desarrollo de la urbanización, y
también de la industrialización, en Europa, en la primera mitad del siglo XIX,
tuvo consecuencias sobre las condiciones de vida de los trabajadores. La gran
mayoría de éstos apenas lograban subsistir, acosados por el hambre y las
epidemias. Muchos de estos trabajadores pobres eran artesanos que ejercían su
oficio de manera independiente, trabajadores domiciliarios o empleados en
pequeños talleres. Pero a medida que avanzó la industrialización creció el
número de obreros empleados en las fábricas mecanizadas. Este proletariado
industrial se fue transformando en el sector más numeroso entre los
trabajadores urbanos. La vida miserable que llevaba la mayoría de ellos se
agravaba ante la amenaza permanente de la desocupación.
Los trabajadores empobrecidos, que
no lograban satisfacer sus necesidades básicas, comenzaron a buscar formas para
mejorar su vida cotidiana. Sobre todo en los primeros tiempos, buscaron
soluciones en forma individual. Pero, al poco tiempo, empezaron a organizarse
tras una solución colectiva.
Una salida de tipo individual
consistió en tratar de ascender socialmente, tomando como ideal el modo de vida
de la burguesía. Algunos trabajadores pensaron que una vida austera y el
esfuerzo personal era la forma de mejorar su posición social. Sin embargo, el
camino del progreso económico era muy difícil de transitar para quien no
contaba con un mínimo de capital para invertir. Fuera de Inglaterra las
posibilidades de progreso económico eran aun menores.
Otros trabajadores pensaron que una
acción colectiva, como las rebeliones, podía ser una solución mucho más
efectiva. Aunque las rebeliones fueron derrotadas, a partir de estos
movimientos de protesta fueron surgiendo las primeras asociaciones de
trabajadores que se organizaron para luchar colectivamente.
Los trabajadores europeos,
especialmente los ingleses y franceses, comenzaron a tomar conciencia de que su
situación de miseria era un hecho social que los afectaba a todos. El origen de
sus problemas y su posible solución no eran de tipo individual. Los
trabajadores que más posibilidades tenían de comprender su situación eran los
obreros industriales. La reunión de un gran número de ellos en fábricas sirvió
para que desarrollaran una conciencia de pertenecer a una clase social y,
además, para que se organizaran y actuaran de manera solidaría.
Hacia la organización de los movimientos obreros
Durante la primera mitad del siglo
XIX los trabajadores ingleses y franceses, y en menor medida los de otros
países europeos, desarrollaron una gran actividad organizativa. La creación de
sindicatos, cooperativas, grupos de agitación y periódicos fueron dando forma a
una resistencia organizada frente a la explotación. Así fue surgiendo el
movimiento obrero.
Con estas acciones, la clase obrera
europea fue desarrollando un conjunto de nuevos valores que la identificaban,
diferenciándola de los ideales burgueses. Frente al liberalismo individualista
de la burguesía, los obreros, para defender sus propios intereses, opusieron la
lucha por una sociedad basada en la cooperación y en el beneficio colectivo.
Desde la Revolución Francesa
y durante el ciclo de las revoluciones burguesas, los trabajadores se habían
movilizado y luchado junto a la burguesía, en contra de los privilegios de la
aristocracia. Pero a medida que comprendieron que la situación de explotación
que sufrían era resultado de la industrialización, comenzaron a plantear sus
propias demandas, a elaborar sus propias ideas. El movimiento obrero, poco a
poco, se fue alejando de su alianza con la burguesía.
Los métodos de lucha de estas
primeras organizaciones obreras eran similares a los que los revolucionarios
más radicales habían empleado durante la Revolución Francesa:
agitación callejera, publicación de periódicos y panfletos, motines e
insurrecciones. Además de utilizar estos métodos, los obreros encontraron una
forma novedosa de lucha: la huelga. La huelga era una acción más apropiada para
luchar contra los dueños de las fábricas. Era un medio de presión directa que
disminuía la ganancia de los empresarios y permitía a los sindicatos discutir
mejores condiciones de trabajo, aumento de salarios o reducción de la jornada laboral.
El sindicalismo
El sindicalismo es una corriente
ideológica que surgió en la
Europa de las últimas décadas del siglo XIX buscando mejorar
la situación de la clase obrera por medio de la formación de sindicatos (organizaciones de obreros);
en su forma más extrema –sindicalismo revolucionario– plantea la necesidad de
una nueva sociedad.
Los sindicatos obreros fueron
surgiendo lentamente a lo largo del siglo, principalmente en Inglaterra y
Francia. Fueron muy combatidos por la ideología económica liberal de la
burguesía, pues veía en ellos un peligro para la hegemonía (supremacía,
dominación) de los burgueses. Muchas veces, los sindicatos tuvieron que
limitarse a actuar como sociedades de ayuda mutua entre los obreros para poder
sobrevivir a la represión de los gobiernos burgueses.
A medida que la industria se fue
convirtiendo en el principal sector de la economía de esos países, y que la
clase obrera fue ganando más importancia y creciendo en número, la resistencia
de los Estados frente a las organizaciones obreras se fue debilitando. Al mismo
tiempo, los obreros fueron tomando conciencia de su situación en la sociedad y
en la economía y lucharon tenazmente para que fueran legalizadas sus
organizaciones sindicales. Larga lucha que avanzaba y retrocedía, pues apenas
los sindicatos comenzaban a obtener algunos de sus reclamos, los gobiernos los
declaraban fuera de la ley.
Finalmente, en la década de 1870 en
Inglaterra, y en la década de 1880 en Francia, los sindicatos fueron
reconocidos legalmente y fueron aceptados por el Estado y los empresarios como
los representantes de las clases trabajadoras. El número de sus afiliados crece
mucho luego de ser legalizados, y los sindicatos se extienden formando
organizaciones nacionales que agrupan a los obreros de cada país.