sábado, 2 de junio de 2012

Material de estudio para el primer escrito

Temas del escrito:

-Conceptos básicos dados al comienzo del curso (Estado, capital, clase social, etc.).
-Sociedad industrial: burguesía y proletariado. Sus características y sus formas de vida.
-Movimientos obreros: el sindicalismo.

La sociedad industrial:

La burguesía
El proletariado


La vida cotidiana de los obreros:

El trabajo
El alcoholismo
Trabajo infantil en las fábricas textiles
Trabajo infantil en las minas


Movimientos obreros y sindicalismo:


La formación de la clase obrera

El desarrollo de la urbanización, y también de la industrialización, en Europa, en la primera mitad del siglo XIX, tuvo consecuencias sobre las condiciones de vida de los trabajadores. La gran mayoría de éstos apenas lograban subsistir, acosados por el hambre y las epidemias. Muchos de estos trabajadores pobres eran artesanos que ejercían su oficio de manera independiente, trabajadores domiciliarios o empleados en pequeños talleres. Pero a medida que avanzó la industrialización creció el número de obreros empleados en las fábricas mecanizadas. Este proletariado industrial se fue transformando en el sector más numeroso entre los trabajadores urbanos. La vida miserable que llevaba la mayoría de ellos se agravaba ante la amenaza permanente de la desocupación.
Los trabajadores empobrecidos, que no lograban satisfacer sus necesidades básicas, comenzaron a buscar formas para mejorar su vida cotidiana. Sobre todo en los primeros tiempos, buscaron soluciones en forma individual. Pero, al poco tiempo, empezaron a organizarse tras una solución colectiva.
Una salida de tipo individual consistió en tratar de ascender socialmente, tomando como ideal el modo de vida de la burguesía. Algunos trabajadores pensaron que una vida austera y el esfuerzo personal era la forma de mejorar su posición social. Sin embargo, el camino del progreso económico era muy difícil de transitar para quien no contaba con un mínimo de capital para invertir. Fuera de Inglaterra las posibilidades de progreso económico eran aun menores.
Otros trabajadores pensaron que una acción colectiva, como las rebeliones, podía ser una solución mucho más efectiva. Aunque las rebeliones fueron derrotadas, a partir de estos movimientos de protesta fueron surgiendo las primeras asociaciones de trabajadores que se organizaron para luchar colectivamente.
Los trabajadores europeos, especialmente los ingleses y franceses, comenzaron a tomar conciencia de que su situación de miseria era un hecho social que los afectaba a todos. El origen de sus problemas y su posible solución no eran de tipo individual. Los trabajadores que más posibilidades tenían de comprender su situación eran los obreros industriales. La reunión de un gran número de ellos en fábricas sirvió para que desarrollaran una conciencia de pertenecer a una clase social y, además, para que se organizaran y actuaran de manera solidaría.


Hacia la organización de los movimientos obreros

Durante la primera mitad del siglo XIX los trabajadores ingleses y franceses, y en menor medida los de otros países europeos, desarrollaron una gran actividad organizativa. La creación de sindicatos, cooperativas, grupos de agitación y periódicos fueron dando forma a una resistencia organizada frente a la explotación. Así fue surgiendo el movimiento obrero.
Con estas acciones, la clase obrera europea fue desarrollando un conjunto de nuevos valores que la identificaban, diferenciándola de los ideales burgueses. Frente al liberalismo individualista de la burguesía, los obreros, para defender sus propios intereses, opusieron la lucha por una sociedad basada en la cooperación y en el beneficio colectivo.
Desde la Revolución Francesa y durante el ciclo de las revoluciones burguesas, los trabajadores se habían movilizado y luchado junto a la burguesía, en contra de los privilegios de la aristocracia. Pero a medida que comprendieron que la situación de explotación que sufrían era resultado de la industrialización, comenzaron a plantear sus propias demandas, a elaborar sus propias ideas. El movimiento obrero, poco a poco, se fue alejando de su alianza con la burguesía.
Los métodos de lucha de estas primeras organizaciones obreras eran similares a los que los revolucionarios más radicales habían empleado durante la Revolución Francesa: agitación callejera, publicación de periódicos y panfletos, motines e insurrecciones. Además de utilizar estos métodos, los obreros encontraron una forma novedosa de lucha: la huelga. La huelga era una acción más apropiada para luchar contra los dueños de las fábricas. Era un medio de presión directa que disminuía la ganancia de los empresarios y permitía a los sindicatos discutir mejores condiciones de trabajo, aumento de salarios o reducción de la jornada laboral.


El sindicalismo

El sindicalismo es una corriente ideológica que surgió en la Europa de las últimas décadas del siglo XIX buscando mejorar la situación de la clase obrera por medio de la formación de sindicatos (organizaciones de obreros); en su forma más extrema –sindicalismo revolucionario– plantea la necesidad de una nueva sociedad.
Los sindicatos obreros fueron surgiendo lentamente a lo largo del siglo, principalmente en Inglaterra y Francia. Fueron muy combatidos por la ideología económica liberal de la burguesía, pues veía en ellos un peligro para la hegemonía (supremacía, dominación) de los burgueses. Muchas veces, los sindicatos tuvieron que limitarse a actuar como sociedades de ayuda mutua entre los obreros para poder sobrevivir a la represión de los gobiernos burgueses.
A medida que la industria se fue convirtiendo en el principal sector de la economía de esos países, y que la clase obrera fue ganando más importancia y creciendo en número, la resistencia de los Estados frente a las organizaciones obreras se fue debilitando. Al mismo tiempo, los obreros fueron tomando conciencia de su situación en la sociedad y en la economía y lucharon tenazmente para que fueran legalizadas sus organizaciones sindicales. Larga lucha que avanzaba y retrocedía, pues apenas los sindicatos comenzaban a obtener algunos de sus reclamos, los gobiernos los declaraban fuera de la ley.
Finalmente, en la década de 1870 en Inglaterra, y en la década de 1880 en Francia, los sindicatos fueron reconocidos legalmente y fueron aceptados por el Estado y los empresarios como los representantes de las clases trabajadoras. El número de sus afiliados crece mucho luego de ser legalizados, y los sindicatos se extienden formando organizaciones nacionales que agrupan a los obreros de cada país.

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